Zahúrda Subrepticia

Insomnio

No hay nada que me joda más que estar revolviéndome entre las sábanas dos o tres horas y que, por más que terquees en permanecer en ella, no haya forma de dormirse.
Nunca he tenido problemas con el sueño; ni siquiera en estos últimos años, en los que trasnochar a diario se ha ido volviendo algo usual.
No podría recordar la última vez que dormí mal dos o tres días seguidos; la última sin contar la de hoy. El Lunes dormí unas tres horas, ayer seis y pico repartidas en dos veces –lo que no deja de ser, también, traumático-, y hoy dos horas...

En mi organismo, el insomnio deja inmediatamente una huella física; un malestar patológico, una sensación pegajosa de enfermedad y una opresión nerviosa sobre el pecho.
Ser perfectamente consciente de esta veleidad hipocondríaca no resta un ápice los síntomas que me provoca. Uno puede racionalizar sus manías y conseguir marginarlas, pero no puede –o no puedo-, erradicarlas. No soy una persona que vaya mucho al médico –la última vez que fui, en Agosto, hacía casi dos años de mi última visita; aquella vez era por un radio fracturado; ésta era por un justificante con el que solventar un absentismo-; ni siquiera soy una persona que crea constantemente estar enferma. Pero sí estoy totalmente convencido, por ejemplo, de que no dormir las horas necesarias es perjudicial. Y cuando digo perjudicial, no me refiero a superficialmente. Inconscientemente tengo la certeza irrefutable de que constituye un perjuicio irreparable. Con lo que, siendo además un poco obsesivo en estos temas –supongo que venía de regalo con la hipocondría- uno va aumentando exponencialmente su malestar, al no poder evitar dejar de pensar en ello.
Ya puedes repetirte que todo es sicológico, o aquello que se dijera Rocky, para espolearse, de ¡No hay dolor!, que las pleitesías de tu subconsciente, cual fanático religioso, no sólo no atenderán a razones sino que, llegado el caso, te reconvendrán furibundamente...

En este punto, a la agonía física, quizá habría que unirle la agonía síquica del insomnio.
Cuando estás tumbado más de dos horas creo que es imposible evitar pensar en multitud de cosas. Muchas veces, es el propio caudal de pensamientos el que te sostiene el insomnio.
No sé si os pasará a vosotros, pero en estas circunstancias, cualquier pensamiento va cayendo en una espiral angustiosa que me imposibilita sacar algo positivo de él.
Y no quiero decir que me acometan pensamientos depresivos –que también; de hecho, sólo con insomnio recuerdo, por ejemplo, todas las oportunidades pasadas pérdidas, en cualquier ámbito, y me maldigo por ello en medio de un profundo dolor irreal, cómo de crisis existencial de duermevela-, cualquier estupidez, cosas en las que pienso para distraerme, en otras circunstancias, como un juego de Fútbol On Line, me atormentan y me hastían; porque no puedo sacármelas de la cabeza para dejar la mente en blanco y tratar de conciliar el sueño.

Con el juego de fútbol, por ejemplo, no dejo de pasar revista, mentalmente, a mis jugadores; o tratar de proyectar mi equipo en el futuro, pensando en el impacto que supondría la venta de un jugador u otro. O pensando que línea debería reforzar: esta misma noche he estado firmemente seguro de que debo reforzar al defensa; luego he meditado que mejor el ataque; posteriormente la media, con un buen extremo... para terminar convencido de que lo mejor es un portero... parece una gilipollez, joder, realmente lo es, y no deja de ser irónico.

En fin, este puede ser mi primer post de contenido enteramente personal; sin poses, ni volatines de bufón ditirámbico, como me acusó cierta intelectual de sobremesa –bueno, ella no utilizó ni volatín ni ditirambo, pero tampoco tiene la culpa de carecer de mi sensibilidad literaria... JOJOJO-; les dejo dormir tranquilos ya, a mí me espera una cita con el médico, debo afectar algún mal para que me justifique este nuevo absentismo.