En una anónima noche primaveral, largamente pasados los idus de Marzo, acude a mí tu recuerdo, tu calidez, y me siento aterido en tu ausencia bien sabes que la antífrasis es un gesto inequívoco de mi romanticismo-. ¿Sexo?, me preguntaste, de un tamaño desproporcionado, te respondí... vulgaridad, vanidad: aliteración tu culto oculto, maestro-... dolor.
Mi alma toda o al menos siete novenos-, atrita por la desvergüenza, se precipita hacia la ribera plutónica por el abismo purpúreo; negros profetas de azabache plumaje pomposo me asaetean el corazón, en su ascenso hacia el mundo sensible; allá donde sembrarán el horror y la desesperación en el veleidoso corazón mortal.
Hoy quiero morir por mi felonía, ofrendar mi alma al más despiadado y cerril dios que habite el obscuro sinfín del universo total, soy ateo-; hoy te entrego mi vida, toda mi vida, toda ella sólo déjame ocho horas al día, que habremos de pagar facturas y para eso, sospecho que será mejor el trabajo que la prosa poética-. Haz con ella lo que quieras eso sí, me presento ante ti como extático mártir, como aséptico místico; total, vete olvidando del sexo-.
No merezco volver a ver tus ojos, ávidos y expectantes, vidriosos de lujuria; ni tú soportar los míos, vidriosos por la cazalla; o mi hálito infame y noctívago. Olvídame. Mereces a alguien mejor que este miserable despojo de bravucona sonrisa oblicua y escudriñadora mirada burlona avezada en penetrar volutas de humo perfumado para encontrar otras curvas, que nunca me satisficieron tanto como las tuyas-.
Insúltame... o no, no lo hagas, ni tu desprecio merezco. Ni un solo segundo de tu rabia, ni siquiera la tensión de uno sólo de tus dedos sobre cualquier tecla al azar; ni siquiera un suspiro desdeñoso, o un gruñido gutural... no merezco nada ¡¡y tú lo mereces todo!!
Óyeme, ¡todo!, con los ojos anegados por lágrimas sinceras que caen lánguidamente por mis mejillas y me abrasan y me anonadan y me pesan sobre el corazón como discos de halterofilia pongamos que de dos kilos y medio-. Ditirambo y polisíndeton, ya estoy al final del repertorio; pronto habré finiquitado mi estulticia, firmando el final de esta lastimera misiva.
Al borde mismo de la ribera plutónica, sentado sobre cetrinos guijarros incandescentes, asistiendo al pavoroso espectáculo del crepitar de un agitado mar de lava, sólo me queda pedirte, entre gritos y sollozos: ¡Ignórame, óbviame, fustígame aunque, bueno, sabes que eso me gusta-, pisotéame, castígame...! ¡¡Perdóname!!
Sólo era la puntina...
(JOJOJO)
Besitos geométricos -concretamente paralelepípedos-.
Posted by Isabelo at 22 de Marzo 2004 a las 06:35 AM
!!!ROJO¡¡¡
Che, muchas gracias Isabelo. A veces las palabras de otro, (especialmente alguien con un trabajo horrible, pero bien pagado como vos) tienen efectos insospechados en los demás. Te lo agradezco.
Posted by: Joaca on 23 de Marzo 2004 a las 10:24 PMPor cierto, Joaca, si piensas que he perdido la poca cordura que pudiera quedarme, después de leer esta entrada, sólo te pido que pienses en alguno de los blogs que se pueden leer en Zona Libre... y que posteriormente pienses en la palabra "parodia"... (JOJOJO)
Posted by: Isabelo on 23 de Marzo 2004 a las 10:46 PM¡ROJO!
(por cierto, gracias por la aclaración. Ya me estaba empezando a oler que había dejado preñada a alguna y trataba de arreglarlo a base de esdrújulas)
Posted by: Federico Jiménez Losantos on 24 de Marzo 2004 a las 12:31 AMEl género de la telenovela, del cual soy fiel seguidora, no puede perderse un autor así. Es mucho pedir???
Posted by: Joaca on 30 de Marzo 2004 a las 10:07 PM